Navegando por estos mundos de dioses y de diablos me encontré con una marca de cosmética que se calificaba a sí misma como “Alta Cosmética Natural” y aunque es una denominación que, dentro de la cosmética natural no es, desde luego, nueva, sin embargo me ha hecho reflexionar sobre lo que es o puede significar que una marca sea alta cosmética natural.
Siempre me ha llamado la atención el calificativo “alta” aplicado a la cosmética. En primer lugar porque creo que es un calificativo presuntuoso, poco humilde y, diría yo, hasta clasista que, en cualquier caso, y desde mi punto de vista, deberían asignar los consumidores. En segundo lugar porque me parece poco claro a qué hace referencia esa supuesta altura: ¿Al precio y al posicionamiento en el nicho del lujo? ¿A la utilización de un porcentaje elevado de principios activos? ¿A la utilización de un porcentaje elevado de ingredientes ecológicos? ¿A la utilización de principios activos e ingredientes de altísima calidad y coste, avalados por estudios de I+D+i? ¿Es sólo marketing? Sinceramente, no lo tengo claro.
Es por ello que la curiosidad me ha hecho adentrarme en aguas más profundas para intentar buscar las respuestas a esas preguntas a través de ejemplos. Os invito a que me acompañéis y saquéis vuestras propias conclusiones. Y, aprovechando el paseo marítimo, veremos si cada ejemplo hace honor o no al calificativo de natural.
Para intentar encontrar esas respuestas vamos a hacer una sencilla búsqueda de marcas de cosmética que se autocalifiquen como “alta cosmética natural”, seleccionando al azar un producto de cada una de ellas sobre el que exista información completa y fiable acerca del listado de ingredientes (ingredients) y acompañaremos a esta información la del precio de venta. Con todo ello interpretaremos cada ejemplo e intentaremos sacar conclusiones. Como este artículo no tiene el objetivo de publicitar, desprestigiar ni poner en tela de juicio a otras marcas, sino el de informar al consumidor y darle las herramientas para que pueda distinguir -en este maremágnum de opciones que es el mercado- entre lo que realmente es natural y lo que no y lo que pudiera implicar los apelativos de “alta cosmética natural”, no desvelamos las marcas comerciales.
Primer puerto: Crema facial. Volumen: 30 ml. Precio: 18,95€ (http://mamazebracosmetics.com)
Empezamos bien. Desde la ironía, claro. Comenzaba este artículo diciendo que no tenía nada claro lo que implica o significa ser alta cosmética natural, pero lo que sí que tengo claro -y mucho- es lo que no es natural, al menos desde lo que entienden por natural las principales normas o estándares de cosmética natural a nivel mundial. Y me parece grave -muy grave, y todo sea dicho, poco ético- que una marca presuma de ser natural cuando al leer el INCI (listado de ingredientes) de un producto cualquiera, aparecen no uno, ni dos, sino hasta más de 10 ingredientes cuyo uso no está permitido por las principales certificadoras de cosmética natural. El producto podrá ser una maravilla, y estar a una altura estratosférica, pero desde luego, NATURAL NO ES. Y como creo que el calificativo “natural” y “alta” han de estar, si conviven, en perfecta armonía, en este caso, aquí se acaba la historia de amor entre ambos. Desde mi humilde punto de vista este producto no es alta cosmética natural, valga 20 o 20 mil. Si además le sumamos que el primer componente es el agua- con lo que se reduce considerablemente el porcentaje de principios activos-, que no tiene ni un solo ingrediente orgánico, que tiene siliconas (Cyclomethicone, Cyclopentaxilosane) modificadores reológicos sintéticos (Carbomer), derivados del petróleo etoxilados (Ceteth 20, Peg 75 Stearate) pues entenderéis que el concepto de natural queda bastante perjudicatito el pobre. Así que la altura no sé dónde buscársela, sinceramente.
Secundo puerto. Crema facial regeneradora. Volumen: 50 ml. Precio: 235,47 (Y no. No me he equivocado) (alqvimia.com)
En este ejemplo no tengo nada que objetar en cuanto al calificativo natural, un INCI impoluto. En cuanto al segundo calificativo, esta segunda parada puede que nos brinde pistas al respecto. Por el precio en sí del producto y por el uso de un conjunto amplio de aceites esenciales cuyos precios son moderados, unos 200 euros el kilo. Sin embargo, ni son ecológicos ni encontramos aceites esenciales realmente de altura -salvo la violeta, Viola odorata flower oil- como la rosa damascena, el jazmín, el sándalo, etc. cuyos precios superan con creces varias unidades de mil euros el kilo. Además el único componente de la fase acuosa es el agua -primer componente para más inri- con lo que, como ya decíamos, el porcentaje de principios activos se reduce considerablemente. Y tampoco encontramos ningún componente ecológico, que desde mi perspectiva, aumenta la calidad del producto. Por otro lado, se hace referencia a ingredientes naturales de alta calidad. Y ¿Quién nos garantiza que han sido recolectados y procesados de forma sostenible? ¿Cómo lo podemos saber si no hay ningún tipo de certificación? En definitiva, mi opinión: si el precio es lo que determina que esta cosmética es alta cosmética natural, entonces debería de calificarse como “desorbitante cosmética natural”.
Tercer puerto. Crema facial. Volumen: 50 ml. Precio: 128 euros. (http://www.archangela.es)
La marca a la que pertenece este producto se autodenomina “Alta cosmética 100% natural”. El calificativo “100% natural” es algo que, cuando lo veo, instintivamente me hace desconfiar. Principalmente porque es una denominación muy manida, casi siempre asociada a criterios de marketing, y no siempre hace honor a su significado. Si nos fiásemos a pies juntillas de ese apelativo, tendríamos que confiar en que el Propylene glycol que aparece en el listado de ingredientes es de origen natural (lo más habitual es que sea derivado del petróleo) y como ni esta marca, ni el producto, veo que estén certificados, pues lo dejaremos en un acto de fe. Por otro lado en la fórmula aparece Benzyl alcohol que puede ser uno de los ingredientes del complejo conservante o un componente de los aceites esenciales; y Dehydroacetic acid que es, sí o sí, un integrante del complejo conservante o el componente conservante de alguno de los extractos utilizados, y que es sintético -aunque aprobado por las principales certificadoras de cosmética natural-. Así es que el “100% natural”, como sospechábamos, deja de ser fiel a sí mismo. En relación con la altura, en este caso el agua no es el componente principal, sino un agua floral, y encontramos multitud de activos, pero, en cambio, no encontramos ningún ingrediente de origen ecológico certificado ni aceites esenciales de los que mencionábamos en la anterior parada. Eso sí, el precio pasa de los 100 euros, quizás ello nos dé una pista en cuanto a nuestra búsqueda de respuestas.
Cuarto y último puerto. Crema hidratante facial. Volumen: 50 ml. Precio: 59€ (aliceinbeautyland)
En esta parada parecía que íbamos a encontrar la sintonía, el pleno a la pareja “naturalta” pero, ohhh: va y aparece en la escena el “Phenoxyetanol”, un conservante prohibido por el sello COSMOS, BioVisaSana y por otros estándares. En fin, otra vez, matrimonio roto. Los criterios para que una cosmética sea “Alta”, aún no lo tenemos claro, pero esta cosmética natural, natural, pues no es. En cuanto a la altura: por porcentaje de principios activos al sustituir el agua por aguas vegetales, podría ser; por precio, no es de rascacielos, pero podría encajar; tiene algún ingrediente ecológico (algunos dudosos al tratarse de emulsionantes, ya que no es lo más habitual ni mucho menos encontrarlos en grado ecológico) respecto a lo cual habría que ver el porcentaje total en la fórmula y si están certificados, acerca de lo cual no se proporciona información. Por otro lado esta marca menciona como diferenciación el hecho de que sus productos están basados en la neurocosmética como base para su efectividad, lo que podría darnos pistas de si la I+D+i es la que soporta la “altura” de su cosmética, pero no se mencionan estudios reales de su eficacia a ese nivel, así que seguimos igual que al principio a no ser que hagamos de nuevo acto de fe.
Y, por último, y en relación con la sintonía perfecta que debería existir entre el término “natural” y el de “alta” cuando aparecen juntos aplicados a la cosmética, habría que tener en cuenta otros aspectos, más allá del precio y del listado de ingredientes, como son la sostenibilidad del envase y del embalaje, o la propia responsabilidad ambiental de la empresa-marca. Porque de nada sirve que una marca se venda como alta cosmética natural si sus envases son mezclas de diferentes tipos de plásticos difíciles -por no decir imposibles- de reciclar o el packaging secundario es de plástico, o existe un exceso o sobredimensión del embalaje: embalaje de cartón y envoltura de celofán, etc.
¿Conclusiones? Mi opinión personal es que la “altura” como auto denominación de marca aplicada a la cosmética natural es una cuestión más de marketing y posicionamiento en un determinado nicho que de criterios de calidad reales (alto porcentaje de activos, utilización de un alto porcentaje de ingredientes ecológicos certificados, aval de I+D+i o de estudios clínicos, in vitro o científicos asociado a los productos o a las reivindicaciones).